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Berserk es mi manga preferido junto a la obra de Taiyo Matsumoto (Tekkonkinkreet, Ping Pong). Aunque dista mucho de parecerse al trabajo de dibujo tan estilizado del extravagante mangaka. Miura, un dibujante excepcional que mejora tomo con tomo, nos regaló una historia muy oscura, triste, violenta y tenebrosa sobre temas que pocas veces veo en el medio. Berserk habla de muchas cosas. La punta del iceberg, la parte que hace de vehículo, es la fantasía medieval: es una historia de guerras y batallas, de criaturas horribles que acechan a los débiles y de caballeros que buscan algo por medio de la espada. No te podría recomendar este manga sólo por eso. Pero en lo profundo la historia siempre me pareció que trataba sobre personas y sus sentimientos. Uno de los temas que más me ha enganchado a esta tragedia es el de cómo superar el trauma físico y emocional. Los personajes son ultrajados, violentados y viven con ello paso a paso, soportando mucho y viviendo poco y eso fue algo que me pareció hace a esta historia tan humana y tan memorable. No es masoquismo, es un proceso de sanar que tristemente no concluyó pero que ya tenía varias décadas de esfuerzo. Lo más increíble es que este trauma es el resultado de otra dinámica muy interesante que Miura maneja de manera genial (con simbolismos y sutilezas que me siguen sorprendiendo): la crítica al deseo absoluto por una meta o la obsesión con los sueños. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar alguien con sueños? ¿Lo seguirías sin cuestionarlo? ¿Qué tantos sueños tuyos se cumplirán a través de esta meta tan gigante a la que perteneces por pura convicción? Nadie te ha rogado, no te han suplicado, has seguido un sueño mayor porque no sabes quién eres o porqué sigues buscando. Todos estos cuestionamientos enriquecen esta historia. Crece el cariño hacia los personajes y resuena con el dolor propio. Es una catarsis saber que nunca sufrirás así, pero es una catarsis sin alivio. Es una moraleja oscura.
Otra lectura interesante que tiene el manga es el homenaje a numerosos géneros literarios. Parece increíble que Miura logre ensamblar tantos temas y géneros en una sola historia. Hay referencias al fariy tale, el género tan antiguo en la literatura fantástica. Hay referencias exquisitas a Lovecraft y el terror cósmico, hay referencias a las novela de piratas de Stevenson (aunque este arco no haya sido tan bueno), referencias a Tolkien e incluso al Infierno de Dante, un camino al que pocas veces ha vuelto la fantasía de nuestros días, tan apegada a la mitología nórdica.
Del dibujo no hay mucho que decir. Miura es uno de los mangakas más respetados del medio. No le tenía miedo a dibujar mil armaduras de soldados en perspectivas imposibles. Su detalle es irreal. Según vi en las fotos de su estudio, le dedicaba demasiado tiempo a comprender el dibujo de miles de cosas: barcos, esqueletos, figura humana, estructuras y castillos, todo, todo le quedaba exquisito. Por todas estas razones fue tan triste la partida de Miura. Leí por ahí que la historia le rondaba desde los 16. Me pareció muy tenebroso que pudiera vivir su adolescencia pensando en una historia así. ¿Le habrá pasado algo parecido a Miura? Me entristece pensar que el manga haya sido su exorcismo. Ojalá y nunca haya sido así. Quizás es ese mito y respeto que irradia la figura del mangaka la que lo enaltece. Una persona que se enfrenta a una labor tan difícil y tan solitaria. Es por el profundo amor que profesan por el arte de contar historias que enternecen tanto a sus lectores. Miura era uno de ellos, mejorando por placer, escribiendo y pensando en su historia, una que no pudo terminar. ¿Vale la pena leerla aunque el final no llegue nunca? Sí. Vale tu tiempo.