Una historia adorable sobre el enamoramiento juvenil y la realización sobre la identidad y el reconocimiento de la preferencia sexual. Es una opción muy tranquila para la gente que se va acercando a la literatura BL
Excelente lectura. Para ser la primera obra de Stephen King, es simplemente sensacional.
Carrie White es una adolescente que, a edad muy tardía, padece su primera menstruación. Y decimos “padecer”, pues este hecho le trae tres desgracias que la dejan terriblemente marcada: Uno de los peores episodios de bullying de parte de sus compañeras; uno de los peores maltratos que pudo recibir de su madre, una fanática religiosa; y el repentino despertar consciente de sus habilidades telequinéticas.
A partir de esto, Carrie decide que es momento de empezar a vivir realmente, e investigar qué es lo que sucede con su cuerpo, y con su mente. En busca de la redención por el episodio ocurrido en las duchas escolares, Sue Snell le pide a su novio Tommy que se acerque a Carrie y la invite al baile escolar, mientras que por otro lado, Chris Hangensen planea vengarse de White, después de que le suspendieran y quitaran el derecho a asistir al baile de graduación.
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Bajo la fachada de una novela de terror, Stephen King, con la ayuda y consejo de su esposa, muestra las vivencias que pueden recibir los adolescentes que son marginados y se crían en ambientes tóxicos. En palabras del propio King, basó a Carrie en dos compañeras suyas, una hija de religiosos que vivía cohibida eternamente, y otra que provenía de una familia disfuncional. Con dichas especies de musa, empieza a construir un personaje que es muy identificable para los jóvenes que viven en dichas situaciones.
La “villana”, Chris Hangensen, también es un perfecto y típico retrato de bully, en su versión femenina. Cruel y poco empática, centra su inteligencia en cosas que servirán únicamente en dañar a Carrie, quien cada vez debido al estrés de casa y colegio, está más cerca de un quiebre emocional.
No pude leer más allá de la mitad del libro. Digo, empieza bien, Cath empieza siendo un personaje fácil de pensar y de identificarse —sobre todo proviniendo de otra fangirl y escritora de fanfics—, pero a partir que el 9/11 empieza a ser una cosa, cuando se empieza a mezclar ese evento con la ruptura de su familia, cuando incluso se niega a perdonar a su madre y no perdona a Wren por poder hacerlo, CUANDO SE NIEGA A ESCRIBIR HISTORIAS ORIGINALES PORQUE LE IMPORTA MÁS SU ZONA DE CONFORT... Ahí es donde toda esa magia que se iba creando junto con la fascinación a su personaje y sus ganas de verla CRECER se interrumpen.
Cath empieza bien, es una escritora de fanfics, una fan a morir de sus libros (bonito rip off de Harry Potter), y que encuentra en su hobby como fanficker el deseo de volverse una escritora, al punto de matricularse en Literatura y no solo eso, en clases de Escritura Creativa Avanzada. Me pareció muy bien, pero cuando la sinopsis dice que su profesora piensa mal del fanfiction, esperaba que fuera de las típicas “puritanas de la Lengua”, que condenan el entretenimiento de este tipo. No. La profesora de Cath quiere alentarla a empezar a escribir cosas propias, a lo que ella se aferra a que prefiere seguir escribiendo en su página de fanfics y me parece que admite que su interés hacia las clases de Escritura Creativa son para, atentos... Escribir mejores fanfics.
Yo también soy fanficker, pero a partir de ahí empecé a tomar las fuerzas para escribir mis propios originales. Así que creé mucha empatía por Cath con sus miedos que son referentes al fandom y a su entorno IRL, pero perdí esos lazos recién creados cuando empieza a comportarse como una niña mimada.
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