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Siempre me ha dado tristeza que desde la ciudad no se pueda apreciar la noche tal cual es. Si tienes suerte apenas puedes alcanzar a ver Orión completo. En la ciudad sólo alcanzas a ver decenas de estrellas y con un ojo bien entrenado. ¿Ver nebulosas? ¿La vía láctea? Eso es un lujo para quien pueda irse de viaje lejos de su ciudad sólo para eso, y tienes que alcanzar lugares muy remotos porque la mancha urbana crece cada vez más y con ello la contaminación lumínica.
Bogard nos relata su aventura hacia la oscuridad, en sus 9 capítulos muy propiamente colocados de acuerdo a la escala de Bortle (9 a 1, siendo el 1 más oscuro posible). En sus viajes se encuentra con mucha gente interesante, algunos muy apasionados a la conservación de la oscuridad, otros que han dedicado su vida entera a conservar especies y ambientes tan perjudicados por el exceso de luz... También hace mucha reflexión sobre lo que implica la oscuridad en nuestra persona, y hace muchas referencias y citas a gente quienes se han ido en búsqueda de sí mismos mediante la oscuridad.
El mensaje del libro es importante porque perdemos la noche y los efectos de la luz no sólo afectan el ritmo circadiano humano y la salud, también afectamos al mundo natural, a las demás especies, ecosistemas completos, pues en tan poco tiempo hemos cambiado lo que millones de años de evolución han logrado.
Nuestro cielo nocturno está desapareciendo y tenemos que recuperarlo.
Apaga la luz y mira hacia arriba.