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“By trying to protect children from disappointment, we protect them from hoping, striving, dreaming, and sometimes from achieving their dreams.”
Acepté la sugerencia de la autora y me tomé mi tiempo para digerir cada capítulo presentado en este libro, por lo general entre una o dos semanas. La paternidad está lejos de ser una ciencia exacta, lo aprendido requiere práctica y toneladas de paciencia. No todo funciona para todos: lo que funciona para mi hijo puede no funcionar para el tuyo. En mi caso casi nunca me funcionaba como esperaba pero descubrí que el truco yace, según creo, en adaptar las experiencias para tu propia conveniencia y aprender de tus propios errores. Mi hijo mayor es como una pequeña estrella que entra en supernova ante la más mínima muestra de irritación y, aunque en el pasado mi esposa y yo hemos cometido errores, no es el fin del mundo, lo podemos enmendar. No me gustaría que se hagan la idea de que todo se consigue con pasividad, delicadeza y ternura; la firmeza y el tono son igual de importantes. Eso sí, el castigo no sirve para absolutamente nada más que para crear conflicto y sembrar deseos de venganza.
Si deciden darle una oportunidad al libro, esto es lo que les espera:
1. Enseñando a los niños a lidiar con sus sentimientos
2. Incentivar la cooperación
3. Alternativas al castigo
4. Fomentar la autonomía
5. Elogios y autoestima
6. Liberando a tu hijo de los roles
Si eres de las personas a las que todo esto le sale de forma natural, enhorabuena. En nuestro caso, y quiero creer que en el de la mayoría, necesitamos un empujoncito y muchos, muchos consejos. La paternidad es uno de los trabajos más díficiles y a la vez gratificantes que uno pueda experimentar.