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Mi lucha es un fenómeno literario. Es algo distinto, novedoso. Es una bocanada de aire fresco en un momento en el que la mayoría de los escritores contemporáneos, sin importar el género, parecen estar escribiendo el mismo libro. Creo sinceramente que cualquier amante de la literatura debería leer al menos uno de los 6 libros que componen esta obra y juzgar por sí mismo.
Sé que Karl Ove Knausgaard (KOK) es muy discutido, lo cual me parece no sólo razonable, sino también saludable. Su estilo es llano y eso parece molestar a sus críticos. También se ha dicho que Mi lucha consiste básicamente en el autor contando su vida, lo cual es técnicamente cierto. Sucede que al “contar su vida”, KOK adopta una mirada totalmente libre de cualquier tipo de filtro, sobre cuya base desarrolla una introspección oscura y descarnada. De este modo, el relato adquiere una veracidad difícil de lograr en la pura ficción.
Sus relatos de meros hechos y anécdotas (una fiesta de cumpleaños de su hija que ocupa unas 40 páginas, una fiesta de año nuevo otras 30 páginas, etc.) son marinados con los sentimientos y pensamientos que atravesaron al autor en esas situaciones, lo cual torna una simple anécdota en toda una experiencia introspectiva. Muchas veces esas ideas y pensamientos resultan (muy) contrastantes con la corrección política, algo que al autor parece no importarle. Tampoco parece importarle que todo el mundo se entere de sus más bajos y oscuros pensamientos incluso sobre sus propios hijos, familiares, amigos y parejas.
Hay aquí un compromiso total de KON con su obra. Se abre sin filtros, asume riesgos personales y se entrega plenamente. Eso, ya de por sí, es muy valorable.
Las reflexiones teóricas que se entrelazan con el relato son sin dudas otro elemento distintivo que enriquece y distingue a este libro. En ese sentido me recordó a Kundera, aunque este último tiene un estilo más erudito.
Pero al margen de la cuestión técnica, creo que el éxito de Mi lucha radica en que se trata del fruto de una época. Es muy difícil que un lector atraviese su lectura sin sentir un alto grado de identificación con varias de las ideas o sentimientos que plantea el autor y eso nos habla a las claras de que KOK está retratando una época. Ambientada en Noruega y Suecia, si, pero de alcance global, o al menos occidental.
Este volumen particular se centra en dos temas fundamentales: la paternidad y el amor, y en su lucha por seguir con su carrera de escritor en un contexto donde las demandas de lo cotidiano lo agobian. Hay también reflexiones sobre la amistad, el arte, la familia. En definitiva, hay un KOK para cada lector.
Por último, debo decir que Un hombre enamorado me gustó más que La muerte del padre. Creo que hay una evolución en la prosa, que fluye más que en el primer libro y que dota de una naturalidad sorprendente al curso del relato. Va y viene en el tiempo pero ese tránsito es natural, no hay giros forzados ni saltos abruptos.
Pero para qué leerme a mí, si el propio Karl Ove explica casi al final del libro en qué consiste Mi lucha, este híbrido entre ficción y realidad:
“En el transcurso de los últimos años había perdido cada vez más la fe en la literatura. Leía y pensaba que eso había sido inventado por alguien (...). Yo era incapaz de escribir así, no funcionaba, cada frase era respondida con la idea: esto es simplemente algo que acabas de inventar. No tiene ningún valor. Lo inventado no tiene ningún valor, lo documentado no tiene ningún valor. Lo único que para mí seguía teniendo valor y todavía tenía sentido eran los diarios y los ensayos, la parte de la literatura que no es narración, que no se trata de nada, sino que sólo consta de una voz de la propia personalidad, de una vida, un rostro, una mirada con la que uno podía encontrarse. ¿Qué es una obra de arte sino la mirada de otro ser humano? No por encima de nosotros, ni tampoco por debajo de nosotros, sino justo a la altura de nuestra propia mirada.”