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Creo que Alicia en el país de las maravillas es uno de esos productos artísticos en los cuales todas sus derivaciones (películas, canciones, ensayos, incluso otras ficciones) aumentan el valor de la obra original que quizás por sí sola no sería lo gigante que es Alicia hoy.
Mucho de lo que hoy implica Alicia es ajeno a la literalidad de la obra y creo que, con los años, las miradas y reinterpretaciones de la obra a la luz de las tendencias de época mantendrán su vigencia, como ha pasado hasta ahora.
Entiendo también que el carácter surrealista de Alicia implicó un elemento distintivo y muy atractivo por cierto, contraponiendo un mundo absurdo a una niña adepta a la literalidad que hace sus primeras armas en la vida en sociedad. Cartas vivientes, animales que hablan no con una ternura de cuento de hadas sino con un cinismo y a veces una descortesía que los torna más reales, ¡qué imaginación la de Carroll!
Sólo me he leído éste libro (y la continuación también la leeré) por su retelling “Sin Corazón” de Marissa Meyer que me encantó e hizo que me intrigara por éstos clásicos