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“Queremos la Galaxia, toda la Galaxia. Queremos colonizar y poblar cada planeta habitable que haya en ella, y establecer nada menos que el Imperio Galáctico.”
Admito que soy víctima de la subjetividad, existe algún tipo de inercia literaria acumulada por la satisfacción de sus novelas anteriores. A mí me ha fascinado desde muy joven el universo de Asimov y, aunque empecé por la saga final, Fundación, decidí retroceder miles de años en su línea del tiempo para leerlo todo y ¡vaya que ha valido la pena!
Me gusta pensar que el inicio de todo es “El fin de la eternidad”, la novela con la que se hace posible el viaje interestelar; y que “Némesis” es el punto medio entre la era pre- y post-interestelar, antes de “Bóvedas de acero”. No sé si esto estaba dentro de los planes de Asimov pero es algo que prefiero no descartar.
Han pasado dos siglos desde los eventos ocurridos en “Los robots del amanecer”, se le ha dado un poco más de peso a Gladia, lo cual me gustó, aunque el verdadero protagonismo es el de los robots. Estoy seguro de no haber sido el único que se ha emocionado con las escenas de Daneel y el legendario Elijah (es increible cómo sientes que extrañas ese personaje), con el discurso de Gladia en Baleymundo, o con la última escena entre Daneel y Giskard. Ahora también sabemos que es en este punto en donde se empiezan a tejer los primeros hilos de la psicohistoria. Todavía no puedo decir que su intento de integrar todo su universo haya sido satisfactorio pero no cabe duda de que ha sido un cierre magistral para la saga de los robots. Te lo debemos, Susan Calvin. ¡Que siga la carrera expansionista!