No creas; se necesita cabeza, porque es una liornia de mil demonios la que armamos. El editor dice: "Ido, imaginación volcánica: tres cabezas en una". Y es verdad. Al acostarme, hijo, siento en mi cerebro ruidos como los de una olla puesta al fuego ... Y por la calle cuando salgo a distraerme, voy pensando en mis escenas y en mis personajes. Todas las iglesias se me antojan Escoriales, y los serenos corchetes, y las capas esclavinas. Cuando me enfado, suelto de la boca los pardiezes sin saber lo que digo, y en vez de un carape, se me escapa aquello de ¡Con cien mil de a caballo! A lo mejor, a mi Nicanora la llamo Doña Sol o Doña Mencía. Me duermo tarde; despierto riéndome y digo: "Ya, ya sé por dónde va a salir el que se hundió en la trampa". (Con exaltación que pone en cuidado a Felipe.) Porque has de saber, amiguito, que hay una mina muy larga, hecha por los moros, la cual pone en comunicación la casa del Platero, vivienda de Antonio Pérez, con el convento de religiosas carmelitas calzadas de la Santísima Pasión de Pinto -- Provided by the publisher.
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