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No pondré citas de este libro. Habiendo dicho eso, me he preguntado la razón de ponerle el mismo nombre que los padres a los hijos, mas que en el caso de las madres. Por qué tener a dos personas con el mismo nombre en una casa, esto podrá parecer muy frívolo, pero en la primera historia hay una conversación y sobre todo una frase que me rompió el corazón – una de tantas en esta lectura –. Y cuando lo leí pensé: he aquí la mejor razón para no hacer esto.
Todos sabemos lo que paso en Chernóbil. Es un tema que me ha interesado siempre, he visto documentales y leído los reportajes que encuentre. Por lo que es ya sabido como ocurrió el accidente, como podría haber sido peor, la gente que tuvieron que evacuar, la cantidad de radiación que se decía y la cantidad real, la gente que murió o enfermo, cuánto durará el sarcófago construido. Pero muchas veces las cifras no dicen tanto. Que va a decirles a personas que no tienen idea de que está pasando, y las personas que si saben y se ven imposibilitadas de hacer algo.
Hay otra parte que me partió el corazón. Cuando pasa algún desastre uno suele pensar que se salve quien pueda. No, la verdad no. Los capítulos donde se habla sobre lo que paso con los animales. El evacuar toda una ciudad y sacar a las personas; aunque no al tiempo que se debió hacer. Qué pasa con los demás seres vivos. No sé porque no lo había visto antes como lo hice mientras leía este libro.
Este libro le da voz a las personas que vivieron la tragedia, desde todos los ángulos posibles: como vivieron esos días y como ven el futuro. Un futuro un tanto desesperanzador. Hay historias realmente desgarradoras. De amor. De amor a esas personas que son lo mas importante en la vida de alguien, a la familia, pero también el amor al hogar, al lugar de donde uno es y pertenece, el amor a la naturaleza y todos los seres vivos.