Leí este librito en un vuelo, justamente desde Varsovia. Halfon narra simple y bien. Habiendo conocido la ciudad de Łódź, el libro se me hizo muy familiar y lo disfruté mucho.
Pero a muchos argentinos la historia le resultará también familiar, aún sin conocer Polonia. Es que todos los descendientes de inmigrantes europeos en algún momento tuvimos o tenemos la inquietud de indagar, rastrear, escrutinar ese pasado que, paradójicamente, es tan lejano y tan cercano a la vez.
Halfon narra lo que, en mayor o menor medida, muchos quisiéramos hacer.
Carver pone el ojo en la clase trabajadora de unos Estados Unidos en pleno apogeo. A través de la narración de historias mínimas, de pequeños sucesos, deja al descubierto los valores que primaban entre las clases bajas y medias, sus temores, sus relaciones y sus vicios. Lo hace con una fantástica habilidad para fabricar voces verídicas: con solo un par de oraciones que individualmente pueden parecer casuales y livianas, Carver logra contextualizar y caracterizar con un talento envidiable.
Dicho esto, también es cierto que los cuentos de Carver (que han sido definidos como “minimalistas” por los que saben) pueden para algunos pasar por anécdotas o simples historias, sin la sustancia que el cuento tradicional exige. Independientemente de ello, el talento de Carver es innegable y, aún para aquellos con preferencias más tradicionales, su obra se disfruta.
Si bien me gustó algo más que Las cosas que perdimos en el fuego, sigo sin poder comprender el hype generalizado que está produciendo Enríquez. Evidentemente, hay algo en su estilo que no me llega.
Los cuentos de Los peligros de fumar en la cama no son malos, pero salvo algunas pocas excepciones, lejos estuvieron de causarme horror o pesadillas. Los veo como demasiado explícitos y directos: Enríquez aplica un estilo muy contemporáneo (basado en el mantra “show, don't tell”) al terrror, lo cual en mi opinión modera muchísimo su efecto sobre el lector. Valoro igualmente su incursión en un género inexplorado por la literatura argentina mainstream.
El libro reboza humanidad. Una historia familiar dura, pero con la que sin embargo muchos podremos empatizar: las familias perfectas no existen, y de Vigan sobresale en su forma de exponerlo. No se trata sólo de los trágicos hitos que constituyen la “mitología familiar” sino también de las características personales de cada miembro de la familia y de los pequeños detalles que son enunciados como al pasar. No hay buenos y malos: hay familiares, personas imperfectas. Y qué medio es más eficiente para conocer las imperfecciones de una persona sino la intimidad familiar.
La máxima exponente de esto es la propia Lucile, madre de la escritora/narradora. Se expone en el libro su vida tal como la reconstruye su hija: lo bueno, lo feo y lo malo. Hay un par de escenas realmente desgarradoras. Y hay también, como la propia de Vigan lo califica, momentos de gran “ternura”.
3,5 estrellas redondeadas a 4. Por momentos, sentí que faltó un poco de narración y que muchas cosas son simplemente contadas, sin la construcción de un contexto o clima adecuados.
No soy fan de las lecturas necrológicas, pero la muerte de Forn coincidió con la recomendación de un amigo, asique cedí.
Nadar de noche (el cuento) es de una belleza encantadora. A pesar de lo irreal del planteo, es de un realismo descarnado que termina quizás por representar, de una forma mucho mas original y bien lograda, la ternura melosa que esquiva deliberadamente.
El resto de los cuentos son muy buenos también. Forn nada (valga la redundancia) en las psíquis del hombre moderno y en varios casos el lector termina sintiendo la ansiedad, la sofocación del personaje en cuestión. A la manera de Carver, Forn despliega una tremenda facilidad para generar personajes reales.
Una lamentable pérdida para la literatura argentina.
El más flojo de la trilogía. Sartre abandona la multiplicidad de voces del segundo libro y ordena el relato, intercalando las historias de personajes en distintos contextos, aunque todos bajo el manto de la invasión alemana a Francia.
Atraviesa la obra un cuestionamiento al nacionalismo (¿qué es Francia? ¿debo arriesgar mi vida por ella?) y, mas que en ninguno de los otros dos libros que componen esta trilogía, queda en evidencia el planteo de que es la acción el medio del ejercicio de la libertad, y que son éstas las que definen al individuo. Hay también un interesante componente histórico, dado que Sartre va exponiendo las reacciones de los distintos sectores de la sociedad hacia la invasión alemana y el desempeño de las fuerzas armadas francesas.
Se sabe que Sartre tenía pensada una cuarta parte que no llegó a concluir, pero La muerte en el alma parece un cierre adecuado -aunque sobrio- de esta serie muy interesante.
Interesante libro de Luiselli. Sorprende que sea su primer libro publicado, porque por lo general este tipo de obra fragmentaria tipo cúmulo-de-ideas suele venir respaldada por el renombre del autor en cuestión.
Sus sensaciones respecto al DF son, creo yo, extrapolables a la relación entre cualquier latinoamericano y su ciudad capital natal, en especial tras emigrar. Cómo explora estas sensaciones a partir de la palabra portuguesa saudade es muy hábil e interesante.
A pesar de que mi recomendación de Los ingrávidos me han valido reproches varios de mis amistades, recomendaría también Papeles falsos.
Si bien me gustó más Bestiario (6 estrellas), me encantó Final del juego. Evidentemente lo habré leído en la secundaria, porque -aunque de manera vaga y difusa- recordé varios de los cuentos.
En esta obra los cuentos no son tan redondos, lo que en algunos casos es algo sumamente positivo. Hay también una mayor oscuridad y componente fantástico: pesadillas que se entremezclan con la realidad, suicidios, bebés inexistentes que lloran por las noches, ritos ancestrales, personalidades desdobladas. Amo como Cortázar juega y cuestiona los límites entre ficción y realidad; el tiempo; nuestra percepción de la realidad.
La estrella del libro es sin dudas Continuidad de los parques, increíble lo que logra Cortázar en una carilla y media, la envidia de cualquier tallerista. Mis otros preferidos: El río, Sobremesa, Las Ménades y La noche boca arriba. Dudo también que otro autor pueda igualar la sofocación que siente el lector de No se culpe a nadie.
En Serotonina, Houellebecq me hizo acordar mucho a Bukowski, sólo que la mira no está puesta en aquellos marginados de la sociedad -poetas malditos, alcohólicos, putas- sino en el vacío que aqueja a los pequeños burgueses que, en apariencia, están perfectamente adaptados a la sociedad moderna.
La voz del protagonista está excelentemente lograda, a punto tal que el lector no puede dejar de dudar de que buena parte de sus pensamientos deben ser propios del autor. La misoginia constante -en franca contradicción con las tendencias actuales-, lo desordenado y descarnado del relato y la tremenda oscuridad de los pensamientos le dan un alto grado de veracidad.
Es cierto que la obra se centra fundamentalmente en la soledad del hombre moderno inserto en un sistema cruel e inhumano. También lo es que la óptica a través de la cual se observa la realidad es netamente pesimista pero, sorprendentemente, subyace en todo el relato una tierna y naive fe en el amor como (única) vía para la felicidad, a la manera de las pequeñas flores que asoman entre los adoquines o el asfalto.
“-Le debemos la emancipación a la química -siguió diciendo-. Todo cuanto existe es un cambio de concentración de los iones de hidrógeno en las células superficiales del cerebro. Al mirarme, en realidad experimenta usted un cambio de equilibrio sódico-potásico en las membranas de los neurones. Así que basta mandar en las honduras cerebrales unas moléculas bien elegidas para que se cumpla un sueño”
Sin duda alguna, los Wachowskis han leído Congreso de futurología y han tomado ‘prestadas' de esta obra varias ideas para Matrix. No deja de asombrar que Lem haya ya en 1971 desarrollado ideas tan complejas como la de simulación o de “farmacocracia”.
La primera parte de la obra es agobiante, tiene un ritmo frenético, con límites difusos entre lo real y lo imaginado y un marcado humor ácido, a la manera de Vonnegut. La segunda parte, en formato de entradas a un diario, documenta muy bien la realidad del mundo en 2039 al cual el protagonista es transportado tras muchos años ‘congelado', pero creo que le falta un poco de sustancia a la trama. Se siente más como una mera descripción de un mundo distópico (muy bueno e interesante por cierto) que una historia, que termina siendo accesoria y secundaria.
Como toda buena distopía, genera varios cuestionamientos en el lector. En este caso, el foco está puesto sobre lo qué pasará a medida que la ciencia avance y adquiera un conocimiento más profundo y acabado sobre quizás una de las áreas con aún más campo por explorar: el funcionamiento de nuestro cerebro y nuestra psiquis. ¿Se llegará a un punto en el cual nuestras emociones serán totalmente manipulables con el consumo de fármacos? ¿Se abrirá una peligrosa puerta a la manipulación química de nuestras ideas y pensamientos, ya sin necesidad de recurrir a medios indirectos como los medios de comunicación?
Me gustó Quema. Es un libro raro, que juega con el límite entre novela fragmentaria y cúmulo de cuentos con un trasfondo común, distópico en este caso. Hay historias sueltas, pero también hay historias que adquieren una redondez bien lograda con el correr de los capítulos.
Es cierto que los detalles de esta realida distópica sólo son esbozados, pero también es cierto que eso le da un poco más de verosmilitud al relato. Creo que hay un buen equilibrio entre la información dada y aquella que debe completar el lector, aunque quizás un poco más de contexto hubiera sido bueno.
El primer capítulo (o cuento) es excelente y destaca por sobre el restro. El último, que da nombre al libro, es muy bueno también. El nombre de “rezadores” me pareció sensacional.
Tengo una predilección por este libro que merece ser reseñada.
Leí Historias de los señores Moc y Poc en el colegio, en séptimo grado del primario, a mis 12 años. Recuerdo que me causó muchísimo impacto y creo no equivocarme al hallar en esta lectura el inicio de mi inquietud literaria.
Hasta entonces, los libros me parecían aburridos, salvo algunas escasas excepciones. Me chocaba sobretodo ese uso del lenguaje exclusivamente literario, ajeno al lenguaje cotidiano, que a esa edad se constituía como una barrera difícil de franquear. También me incomodaba el aura de solemnidad que rodeaba a la lectura, reservada a los grandes temas universales.
Historias de los señores Moc y Poc rompió con todos mis preconceptos. No hay aquí un lenguaje ‘literario', por el contrario, hay una burla y una crítica al lenguaje mismo. No hay estructuras predispuestas, hay espontaneidad e interacciones que pueden seguir casi cualquier dirección. Y lo mejor, hay mucho humor basado en el absurdo, alejado de la solemnidad de los grandes clásicos escolares.
En definitiva, me pareció una obra que atacaba todo aquello que me separaba de los libros en mi pre adolescencia, y me abrió la puerta a la lectura.
Hay autores como Cortázar, García Márquez o Zambra de los que leo cualquier cosa que se me cruza por el camino, tan sólo por la belleza de su prosa. Baricco es un exponente mas de este grupo de escritores que pueden estar contando cómo se lavaron los dientes por la mañana, pero la forma en que lo hacen es hermosa y amerita su lectura.
Este es un librito corto y bello, como todo lo que escribe Baricco. Tres historias con personajes muy humanos que se rebelan mucho, poquito o nada, ante la trama que los contiene.
Si usara la función de shelves, iría sin dudas a “lectura de avión”.
Me gustó Bajo este sol tremendo, es un libro muy particular. Lo que en mi opinión destaca es la construcción de los personajes. A través de la narración de cuestiones abiertamente triviales, Busqued los va construyendo a Duarte, Javier y Danielito muy hábilmente, hasta darles vida. El personaje de Duarte en particular me pareció excelentemente logrado y un producto muy argentino, a lo Nueve Reinas.
El espacio, el caluroso interior profundo de la Argentina, juega también un rol preponderante en la obra, algo bien latinoamericano. No lo hace notar Busqued a través de copiosas descripciones, amén de algunas menciones al sol y al calor, sino que el autor imprime en los personajes esa quietud, esa crudeza y esa simpleza que reinan bajo el sol tremendo del interior.
Wilson está estructurada en tiras de una página entre las cuales existe una continuidad y que conforman en conjunto una historia, lo cual permite calificarla de novela gráfica.
La primera imágen de Wilson (el protagonista) se me hizo muy similar a la de Larry David, sobre todo por ese apego a las verdades incómodas tan característico del protagonista de Curb your enthusiasm. Sin embargo, con el correr de las tiras Clowes presenta un personaje bastante más sombrío, triste y, diría, profundo.
Wilson es sin dudas un inadaptado social cuya conducta por momentos resulta simpática y por momentos irritante. Acuciado por su propia soledad, busca una razón que de sentido a su existencia y reincide en su intento de encontrar ese sentido en terceras personas (sin detalles para no spoilear). Busca la mirada ajena para sentirse vivo.
Estéticamente, me encantó el estilo de Clowes. Creo que la obra es demasiado oscura para mi gusto, un poco más de humor le hubiera venido bien.
P.D: Me pareció magnífico el recurso de Wilson hablándole a un desconocido en un café, suplantando a ese amigo que no tiene.
Interesantes reflexiones sobre la muerte en la modernidad. Esperaba encontrarme algo más específicamente abocado al debate sobre la eutanasia pero, si bien es el objeto principal del libro, el autor abarca muchos otros temas que, en un formato breve como el de los Nuevos Cuadernos de Anagrama, quedan a menudo en una mera enunciación.
Como idea distintiva, me llevo el llamado de atención que hace el autor acerca de una muy probable consecuencia de una legalización irrestricta del derecho a la eutanasia o suicidio asistido:
“Realmente, no es tan inimaginable la posibilidad de que el derecho privado a una muerte digna se llegue a convertir en un deber social de una muerte reclamada o exigida, o convertida en el objeto de un turbio chantaje moral”
Lolita es un canto a la literatura, es una demostración (u ostentación) del poder de la palabra. Lo que mirado desde un punto de vista objetivo no es más que una larga confesión de una monstruosidad atroz, bajo la pluma de Nabokov se transforma en una experiencia subjetiva y compleja, en la que no pocos lectores acaban -sobre todo hacia el final- sintiendo pena o incluso acaso empatía por Humbert. He ahí el poder de la palabra y su debatible valor frente a la objetividad de los hechos, cuestión central en nuestra actualidad.
Fue una lectura que por momentos se me hizo difícil, no por la prosa de Nabokov, sino justamente por lo que se narra. Hay cuestiones muy duras de digerir, sobre todo aquello que Humbert elige contar -no sin inocencia- a la pasada: los dolores físicos, los llantos diarios de Lolita, esas pequeñas alertas objetivas de la realidad que se cuelan en el relato. Y la lectura, justamente debido al gran talento de Nabokov, implica también envolverse en una atmósfera densa y oscura, en la mente de un perverso pedófilo, de manera tal que, por momentos, bajar el libro implicaba un alivio.
Quizás hoy el personaje de Humbert no sea tan ajeno para quien haya mirado alguno de los tantos documentales de Netflix sobre criminales. Lo que sorprende es que Nabokov le haya impreso características tan atinadas -narcisismo, sentimiento de superioridad intelectual, la formulación de autoengaños y antecedentes históricos para justificarse, la desviación de culpa- justamente sin tener acceso a esos recursos. Personalmente creo que debió conocer a alguien como Humbert, y debió conocerlo bien.
Excelente lectura.
El planteo me pareció, a priori, muy interesante: tres amigos, uno de ellos gasta treinta mil dólares en un cuadro que es completamente blanco (con algunas líneas en otra tonalidad de blanco) y, a partir de la reacción de los otros dos, se espera un resultado interesante. No fue el caso.
Lejos de hallar desarrollos sobre el arte abstracto, el arte contemporáneo en general, las modas aplicadas al arte, el snobismo o el arte como mercancía, el corto guión tan solo contiene unas pocas referencias a la obra en sí, y deviene en un drama ordinario entre tres amigos, repetitivo y con un final algo burdo y previsible.
Este libro es literatura pura, un ejercicio literario de la san p*ta.
Lo conversaba con un amigo que piensa exactamente lo contrario, pero para mí esta obra es fundamentalmente una gran crítica al mundillo literario en general y al de los poetas en particular.
El hecho de que se hable tanto de poetas, de corrientes literarias, de juicios de valor sobre tal o cual escritor, pero que a la vez no haya ni siquiera un fragmentito de poema transcrito en toda la obra (salvo creo 2 casos) constituye en mi opinión una clara crítica a este mundillo. La obra, los poemas en sí, parecen ser secundarios, ni siquiera aparecen reseñados, mientras que lo que prevalece es el postureo, la afiliación de los poetas a tal o cual corriente, sus vidas personales –una competencia por ver quien está más demente-y sus relaciones interpersonales. Que poetas campesinos; que realvisceralistas; que estridentistas; que alfiles de Octavio Paz. Los conocemos a todos, con abundancia de nombres y apellidos e historias personales, pero de su obra ni noticias, y ello incluye -sobre todo- a los protagonistas Belano y Lima.
Me parecen fantásticas las historias que aparecen, una dentro de otra como una muñeca rusa, intercaladas, interrelacionadas, tangencialmente conectadas. Me gustaron particularmente las historias autosuficientes, aquellas que se narran de principio a fin tan sólo para contar una participación mínima de alguno de nuestros (anti)héroes. Todo va creando un mundo en el que el lector es espectador a la vez omnisciente, porque lee todos los puntos de vista, y dependiente de esas miradas tan parciales y particulares.
El motivo por el cual recibe 4 y no 5 estrellas es simplemente la extensión. Me pareció algo largo. Es cierto que un libro de estas características no puede caber en 200 páginas, no alcanzaría su objetivo, pero en algunos pasajes –sobre todo promediando la segunda parte- el libro se hace un poco largo.
Originalidad y talento. Amo a Vonnegut y creí que nada superaría a Madre noche pero este me hace dudar.
El estilo, la intercalación de tiempos y anécdotas, los personajes, todo es genial, todo es original. Entre narraciones con un toque delirante, se palpa el dolor del propio autor y el absurdo de la guerra. Cuestionamientos casi existenciales surgen de conversaciones bizarras con alienígenas ¿imaginarios?
“Billy licked his lips, thought a while, inquired at last: ‘Why me?'‘That is a very Earthling question to ask, Mr. Pilgrim. Why you? Why us for that matter? Why anything? Because this moment simply is. Have you ever seen bugs trapped in amber?'‘Yes' (...)‘Well there you are, Mr. Pilgrim, trapped in the amber of this moment. There is no why.'”
“‘All the real soldiers are dead', she said. It was true. So it goes.”
“It is in fact a crime for an American to be poor, even though America is a nation of poor. Every other nation has folk traditions of men who were poor but extremely wise and virtuous, and therefore more estimable than anyone with power and gold. No such tales are told by the American poor. They mock themselves and glorify their betters. The meanest eating or drinking establishment, owned by a man who is himself poor, is very likely to have a sign on its wall asking this cruel question: ‘if you're so smart why ain't you rich?' (...)Their most destructive untruth is that it is very easy for any American to make money. They will not acknowledge how in fact hard money is to come by, and therefore, those who have no money blame and blame and blame themselves. This inward blame has been a treasure for the rich and powerful, who have had to do less for their poor, publicly and privately, than any other ruling class since, say, Napoleonic times.Many novelties have come from America. The most startling of these, a thing without precedent, is a mass of undignified poor. They do not love one another because they do not love themselves.”
Durante mucho tiempo Pynchon anduvo rondando mi lista de pendientes. Quería que me gustara, estaba listo para ser encantado por este enigmático escritor que para muchos es el autor posmoderno por excelencia, pero me encontré simplemente con un Vonnegut diluido, sin tanta chispa ni genialidad.
Si bien creo haber comprendido la propuesta y el estilo del autor, quizás haya un nivel de análisis al que no logré tener acceso. Sin embargo, evaluando mi experiencia como lector, lo que puedo decir es que es una obra que no me deslumbró ni desde su ejecución ni desde su planteo. El ritmo frenético del relato y de los hechos que se narran requiere, para no ser más que una maraña azarosa de desventuras inconexas, de una pluma afilada que deslumbre con humor, con lucidez, con originalidad bien entendida. Y de eso, en mi opinión, hay muy poco.
A menudo los autores siembran las claves de lectura en la propia obra que escriben. Quizás Pynchon nos quiera decir que no lo tomemos tan en serio, al hacer decir a uno de sus personajes “You guys, you're like Puritans are about the Bible. So hung up with words, words”.
No es fácil para un libro salir airoso de la comparación con una obra maestra como lo es Cien años de soledad. Y menos aún estando escrita por la actual Nobel de literatura. Pero Un lugar llamado antaño lo logra, y con holgura.
En un despliegue de realismo mágico del bueno, Tokarczuk narra los sucesos que suceden en Antaño, un pueblo rural al sur de Polonia, sus peculiares personajes y su descendencia. La autora otorga un rol central tanto al espacio -a la manera de García Márquez y su Macondo- como al tiempo como factor determinante e inalterable de nuestra existencia. Hay historia, hay religión y hay mucha idiosincracia polaca. Le agrega un componente mágico, y el resultado es fantástico.
4,5 que se redondean en 5.
A través de un formato que juega con la estructura de “multiple choice” del examen de ingreso a las universidades chilenas (ya en desuso), Zambra despliega una lucidez y un talento envidiables, acompañadas de una mirada cínica no sólo del sistema educativo chileno, sino de la realidad chilena de los años 90's y principios de los 2000.
Como bien leí por aquí, el libro puede ser leído en 1 hora, o en 1 mes. Cada palabra, cada opción de multiple choice esconde algo, oscuro casi siempre. Cada palabra parece haber sido quirúrgicamente elegida por Zambra, en una obra que resulta inclasificable: no es una novela, no es poesía, no es un libro de cuentos, pero es todos a la vez.
3. EDUCARA) enseñarB) mostrarC) entrenarD) domesticar E) programar
Compré este libro por impulso, sin mucha información, y cuando lo recibí me llevé una ingrata sorpresa. Suecede que tengo aversión a los libros que recomiendan libros, del tipo “100 libros para leer antes de morir” o ese tipo de cosas. Sin embargo, Baricco nunca me ha fallado y es con ese pensamiento en mente que le di una oportunidad para comprobar y ratificar, una vez más, que Baricco efectivamente nunca falla.
Primero que nada, me gustó que las obras elegidas para reseñar surjan de un recorte totalmente arbitrario: no son ni los mejores 50 libros que ha leído en su vida, ni ningún ranking de ese estilo. Son simplemente libros que, dentro de los últimos 10 años (y sólo dentro de ese período) le han gustado particularmente al autor y han destacado por sobre el resto de sus lecturas.
Pero además sobrevuela en toda la obra la clave de lectura que aporta el propio Baricco en el prólogo: no se trata de meras reviews de libros como las que uno puede hallar en esta red social. Se trata, a través de sus artículos, de exponer una cierta idea de mundo o mejor dicho su propia idea del mundo. Es que, en cada uno de sus comentarios sobre estos libros, Baricco va sembrando sus propias ideas, sus propias opiniones y visiones sobre la literatura en particular y sobre la vida en general, con la elegancia que caracteriza a este gran escritor italiano.
Y es ahí donde el libro toma un valor muy por encima del simple compendio de reseñas. Y es ahí donde Baricco nos aporta un elemento distintivo, porque sus ideas son muy interesantes. Y porque, además, por la variedad de libros elegidos (desde una biografía de Agassi hasta El gatopardo, pasando por Bolaño y un libro sobre la historia de la táctica del fútbol), con certeza el lector se encontrará tentado de leer algo que no estaba ni remotamente en sus planes.
Hay libros con los que uno no conecta, y este es uno de ellos. Llegué a Katchadjian con mucha ilusión, pero siento que no logré entrar en la obra, flotar en las aguas que propone el autor y dejarme llevar por su corriente.
En cambio, lo único que logré percibir es una seguidilla de micro historias similares entre sí y de tono claramente onírico, con elementos comunes que se van repitiendo, con pequeñas variaciones, a través de las 50 variantes que propone el autor.
Un libro que no me dejó mucho.